La
percepción del Elemento Fuego se halla en esa cumbre insondable en la que el
propio Espíritu desde el Todo y la Nada inicia su proceso motor, como fuerza
que va a regir su evolución, en el Mundo o Mundos elegidos. Su conciencia
elabora la chispa divina de creación, de modo que el Espíritu sostenga la llama de vida, viva y ardiente durante la
singladura que ha decidido experimentar. Los inicios de todo proceso requieren
del Elemento Fuego y a su vez es el Elemento Fuego quien ardiendo en la
dimensión del Espíritu, neutraliza toda su luz para conquistar lo más denso,
alcanzando el primero, a tomar contacto con la materia, solamente así garantiza
que el Espíritu Creador podrá encarnar a través de su poderosa luz, la única
que estuvo al principio y permanecerá hasta el final. Es el Elemento Fuego un
cáliz ardiente de creación, dependiendo de la naturaleza del Espíritu Creador,
así será la Esencia de la Llama que arde en el Hogar, la única que garantiza
que el Hogar está vivo y es real.
Temple Inanna