Esta
característica del Elemento Agua en su aspecto más definible es la que está
compuesta de múltiples hebras que parecen generar un tapiz, es decir una imagen
de nuestra obra. Estas hebras transportan colores que combinados crean algo
semejante a un cuadro. Esta es una forma simbólica de definir esta Agua, ya que
en realidad el Agua de la Obra es lo más parecido a un cuadro o a un tapiz. Las
hebras con las que se define el lienzo no son más que “trozos” de episodios del
Alma que han estado vinculados en sus encarnaciones. Son tramos de experiencias
que al unirlas más allá del espacio y del tiempo, comienzan a cobrar sentido y
por tanto ofrecen arte y armonía al camino de vida y a los tránsitos del Alma.
La trama y la urdimbre con la que se teje el lienzo, están hechos del más puro
amor que la entidad ha donado a las realidades que ha vivido y por tanto a todo
lo que existe. Una vez cada hebra tejida con las Aguas de la Obra substraídas
de la propia Alma, el Ser puede completar la obra con los colores, estos
colores representan la capacidad de consciencia de la Entidad, a más
consciencia colores más claros y vivos y más gama cromática, a menos, más
apagados y menos diversidad. Solamente el Ser puede observar su tapiz y decidir
si aquella es su obra y si está dispuesto a firmarla.
Activar
el Agua de la Obra en el Ser, supondrá activar su capacidad artística, su
capacidad de observar la belleza creada en todas sus vidas, su capacidad de
valorar todo aquello que hizo y que vivió. Solamente así podrá querer firmar su
obra y amar quien es, su camino y su propósito.
Temple Inanna