CLAVE – EL CORAZÓN
Aspecto del Árbol de la Vida – 5.- LAS HOJAS
Tomé el cálamo y me dispuse a escribir
algo que jamás sucedió.
Era importante para mí,
saber que cada palabra que con la tinta de mi pluma se
crearía,
iba a formar hermosos versos,
que sólo podría conocer al final de la obra.
No hice conjeturas al respecto,
sólo me limité a vivir cada palabra de este libro,
el único que fiel a ti quedará en mi seno,
como una huella que dará identidad
a todo aquello que fui,
pues para ti la obra se escribe en el tiempo,
pero para mí, es sólo el espacio,
la hoja en la que grabo las incontables palabras que brotan
de mi alma.
Cuando el Árbol de la Vida responda,
dando los frutos que tan prosaicamente esperé,
mi dicha será saber,
que siempre estuve junto a él,
junto al Gran Arquitecto,
el único por el que mi cálamo escribe,
deslizándose para que él nunca se olvide de que gracias a su
intención,
yo siempre tuve un lugar en este Reino de Dios.
No existe nada que nos separe,
ni el Cielo, ni la Tierra, ni el éter, ni el fuego, ni el
agua, ni nadie,
pues ambos somos uno,
piezas vitales de todas las realidades
que la vida expresa para ser conocida la esencia
más oculta y divina.
Mis manos están llenas del mismo amor
con el que la Gran Biblioteca recoge y almacena,
todas las hojas en las que escribo
páginas y páginas de vida.
Si algún día acudes a la Biblioteca,
no te olvides de agradecer a sus guardianes
todo lo que por todos nosotros hacen,
pues sin su labor,
ni biblioteca, ni registros, ni yo.
Escucha el latido del gran corazón del Universo,
sólo pretende que sientas por tu viaje
el mismo amor que él siente
por ser uno de los viajeros que dan sentido a la creación,
pues sin viajeros tampoco existirían registros
y sin registros no existiría vida
y sin vida no habría amor
y yo sin amor no puedo vivir,
sólo el Arquitecto sabe cuánto lo amo,
sólo él lo puede saber.
Perdón, no es cierto,
pues en el Árbol de la Vida
dejé mi vida y mi amor por su obra,
así el Árbol también es testigo mudo
de nuestra historia de amor.
Temple Inanna