CLAVE – LAS ESCUELAS DE LA VIDA
Aspecto del Árbol de la Vida – 6.- LAS FLORES
Zeus me dice que vamos a hacer algo inusual.
Me señala el caballo y me pide que suba.
Lo intento, pero el caballo es gigante y no puedo alcanzar
su grupa.
Doy pequeños saltos,
pero no puedo.
Necesito una escalera o algo similar.
Busco la mirada de Zeus,
diciéndole que soy demasiado pequeña para montar este
caballo gigante.
Me fijo en que el animal no se inmuta,
no protesta, tampoco me facilita,
ni siquiera hace movimiento alguno.
Permanece impertérrito, a la espera.
Zeus me ignora, tampoco dice palabra,
ni me sugiere, ni me ofrece una solución.
Busco alrededor de donde me encuentro.
Cada vez tengo más claro que no puedo subir a lomos del
caballo.
Un sentimiento me invade,
no soy capaz – me digo.
Vuelco a otear la grupa y me cercioro de la altura que
tiene.
Imposible, no la alcanzaré jamás.
Busco a Zeus, sigue ahí,
mirando mi inoperancia,
En silencio,
el mismo que sostiene el animal,
quien siquiera parece saber que estoy intentando cabalgar en
él.
De repente, alguien me pregunta:
-
¿Te acurre algo?
-
No, nada – le digo, mintiendo, cautivada por el
orgullo de no querer parecer una inútil,
que no
puede montar un caballo.
-
¿Necesitas ayuda…? – me contesta.
-
No, no, gracias, estoy bien.
-
De acuerdo.
Y el
desconocido, siguió su camino.
Alcanzada
la noche y llena de desesperación
por no
haber conseguido resultados,
me
indigné con Zeus y con el caballo.
Con
Zeus por obligarme a montar un caballo enorme
y con
el caballo,
por no
ser capaz de facilitarme subir a su grupa.
Me
acuesto y duermo.
Sueño.
Tengo
una pesadilla,
es una
obsesión la de cabalgar sobre aquel caballo gigante.
En
sueños sigo peleándome con ellos y conmigo misma.
Imposible
cabalgar.
Lloro,
me desconsuelo.
Me
despierto.
El
caballo sigue ahí,
impertérrito,
sin más.
-
Me rindo – le digo – ya lo he entendido,
ya no
puedo cabalgar,
tú no
eres para mí , ¿verdad?
Abandono.
Quiero
irme, pero algo me retiene,
es algo
que sigue latente en mi interior
y que
no coincide con la rendición.
Algo en
mí se activa,
me hace
conectar con una fuerza superior.
Busco
con la mirada a Zeus,
él
sigue ahí,
esperando
conocer mi elección.
-
¿Subes…? – me dice de nuevo.
Una
lucha entre dos partes de mi,
entran
en batalla. Una grita:
-
Vámonos!!!
Mientras
la otra me dice:
-
Inténtalo!!!
De
repente, un relincho,
por vez
primera el caballo se ha movilizado,
mueve
también sus patas delanteras,
como
indicándome que está preparado.
Gira su
cabeza, me habla con su mirada.
Me doy
cuenta que estoy enamorada del camino al que me conducirá,
pues él
sabe donde quiero ir.
-
Vámonos ya, no puedes subir, ya lo hemos
intentado todo. Te vas a caer,
te
matarás, vámonos – dice una voz dentro de mí.
Quiero
huir, pero mis ojos han quedado fijados a los del animal,
nuestra
conexión es tan fuerte,
que
casi no la puedo explicar.
Una
repentina confianza me ha envuelto.
Puedo
creer de nuevo
y sé
que voy a poder cabalgar en ese precioso animal.
Algo en
mi interior se relaja.
El
caballo con su mirada me muestra el sendero,
los
paisajes, la aventura que viviremos,
si
deseo viajar en busca de algo nuevo.
Le
sonrío,
lo he
comprendido.
-
Si quiero – le digo.
En ese
instante aparece la misma persona que en su día me quiso ayudar.
-
Hola, pasaba de nuevo por aquí y te he visto en
el mismo lugar.
Que
caballo más hermoso ¿es tuyo? ¿lo sabes montar?
-
Hola! No, no es mío y todavía no he aprendido a
montar,
pero
quiero aprender.
-
Ah! Pues yo soy jinete,
si
quieres puedo enseñarte.
Miro al
extraño, siento que ante mi tengo una gran oportunidad.
Esta
vez no puedo negármela.
-
Si – le contesto rápido – si, por favor. Este
caballo es muy grande para mí.
-
Uff! No, no te preocupes por eso,
él
colaborará en todo,
no ves
que puede agacharse
para
ayudarte a subir a su lomo.
-
Pues no, mientras lo he intentado,
en
ningún momento ha hecho intención de agacharse.
-
¿Se lo has pedido…?
-
Pues no, no se lo he pedido.
-
Pruébalo!!! Dile lo que deseas,
pídeselo
de verdad, con amor,
dale su
lugar,
pues él
va a ser el vehículo
y si no
lo integras en ti,
no
sabrá que estáis unidos.
-
Pero… no sabía nada de esto…
-
Háblale!!!
Acaricié
el lomo de mi nuevo amigo,
Busqué
su rostro,
esa
mirada penetrante,
encontré
su alma.
La
unimos y al sentirlo conmigo,
acto
seguido agachó sus patas traseras,
consiguiendo
que su lomo quedara más cerca del suelo.
Volví a
saltar.
Hice
esfuerzos por alcanzar su grupa,
esta
vez nada me iba a hacer desistir.
El
jinete me dijo:
-
Te acompaño.
Subió
conmigo y al trote nos perdimos
por uno
de los caminos que elegí.
Feliz,
llena de nueva vida,
dispuesta
a alcanzar mi propósito,
aprendiendo
de todo lo nuevo.
Alguien
dijo mi nombre,
me giré
y al hacerlo lo vi a él.
Si, era
Zeus,
quién
con una sonrisa en el rostro
y con
gran picardía me dijo:
-
BUEN VIAJE
Temple Inanna