Al entrar en el Amenti
algo en mi trastabillea, recuerdo las historias pretéritas que me hicieron
creer que allí estaba el infierno de los hombres. Para ver el Amenti tal y como
es, es necesario haberse deshecho de cuentos, de todo lo que no es, mientras vendes
tus ojos y camines ciego, nunca podrás saber qué esconde este Salón inmenso.
Entrar en Los Salones de Amenti es sentir que ya no perteneces a nada de lo
conocido y que a través de la fe y habitando en lo desconocido, tu alma te
entregará la dicha de saber y ver a Dios, pues en ese espacio hay tal
frecuencia de vibración, que ya no tiene motivo para permanecer oculto, si
quieres sábete en su corazón, entra, abre la Puerta de Amenti, recuerda, no
hables, pues si rompes el silencio, te lo pierdes.
Temple Inanna