MENSAJE:
EL ENJAMBRE
Un
mágico enjambre de abejas vibraba mientras se ocupaba de llenar sus celdas,
tras un duro día de trabajo, cada celda fue sellada con un manto de cera
perlada, era tan perfecta celda a celda que el enjambre se intuía desde esferas
multietéreas. En esas esferas viajaron durante noches enteras, miles de
entidades, que en oleadas se mezclaron entre las fuerzas no despiertas. Cuando
el clamor de las noches en vela, alteraron la vida de las esclavas abejas, las
delicadas esferas llegadas desde otros planetas, abrazaron incluso a quien no
sabía que el amor podía abarcar el rechazo. En ese fluir donde la vida entera
se sorprendió por que aquellas diminutas partículas multicolor tuvieran el
mismo poder de Dios, sucedió algo que a todos impresionó, de repente el
enjambre se reagrupó, los seres con sed y con hambre a las esferas le clamaron
esa cualidad de amor y ellas sin importarles ninguna reacción, acudieron
sinceras enviadas por el mismo Cielo que a ellas siempre las amparó. A partir
de entonces la perlada cera de las celdas se disolvió, para dejar las paredes
abiertas y eliminar todo temor. Oleadas de vida nueva se sucedieron durante
vidas, alcanzando a generaciones enteras que con alegría y sin prisas, pudieron
comprender mejor, aquello que nos da la vida, si la sientes y no te esclavizas,
pues el Cielo no crea robots, sólo quiere que tú y yo seamos seres libre
contagiados y dotados del más puro amor.
Mira allí en el horizonte, a aquellos
humanos que llegaron a las Cordilleras donde se esconde el Templo que a todos
nos da voz. Si prestas atención, podrás escuchar la canción, es la misma con la
que en su día perecieron los más ancianos, sabiendo que en su momento todos
nosotros volveríamos a entonar la música de la unidad. Escucha…
A caballo galopamos
por la orilla de aquel río
cuyas piedras nos sirvieron
para recordar nuestro legado,
la memoria de los que en su momento partieron,
libres como almas,
amados entre ellos,
simples y complejos,
con vivencias de dolor pero sin credos.
Fueron muchos los ancianos,
que en el sagrado momento,
alzaron la voz y con su canto
nos tendieron la mano
para perecer por milenios,
y renacer más completos.
Por todos nosotros,
por todos ellos,
unamos nuestras manos,
sintamos aquel recuerdo
donde las almas gritan
que somos hermanos.
Fueron muchos los ancianos,
que en el sagrado momento,
alzaron la voz y con su canto
nos tendieron la mano,
para perecer por milenios,
y renacer más completos.
Por todos nosotros,
por todos ellos,
para que esa hermandad que formamos
viva firme y en el silencio
de nuestros corazones serenos,
abrazados a los Ancianos,
a esos maestros sabios,
que todo nos lo dieron,
y que solamente con su fe,
consiguieron vencer,
cada obstáculo con el que a todos nos hirieron.
Galopemos a caballo,
por la orilla de ese río sagrado,
sabiendo que ese legado,
es nuestro poder más arcano.
Temple Inanna